¿Por qué no se puede tener una familia de dos papás o dos mamás? ¿Quién dijo que tiene que ser “uno y uno” lo normal? dicen críticos, profesores, alumnos, “prensadores contemporáneos” y quién sabe quien más, argumentando a voz en cuello que es natural que ellos elijan formar así una familia.
Pero la pregunta es ¿Qué es lo natural? Si lo natural es seguir el orden, el orden sigamos.
El VI Congreso Mundial de Familias Madrid 2012, dejó en claro algunas cuestiones que no podemos dejar pasar. La familia natural está inscrita en la naturaleza humana y se basa en la unión voluntaria de un hombre y una mujer en la alianza matrimonial de por vida. Esto deja en claro que la verdadera naturaleza es ésta, y no la que proponen algunos.
Otras cuestiones claves a tener en cuenta en el VI Congreso fueron:
· Afirmamos que la familia natural, no el individuo, es la unidad fundamental de la sociedad.
· Afirmamos que la familia natural es anterior al Estado y los gobiernos legítimos existen para proteger y apoyar la familia.
· Afirmamos que la familia natural es la principal fuente de prosperidad económica y social y el pilar principal sobre el que asentar la superación de la actual crisis económica mundial.
Los últimos cambios en las leyes de nuestro gobierno corrompieron el significado y la dignidad del matrimonio, devaluaron la paternidad, alentaron el divorcio rápido y los nacimientos fuera del matrimonio, confundieron identidades sexuales, promovieron la promiscuidad, y otros “derivados”.
El compromiso cada vez se ve mas deformado de generación en generación. La gente se excusa a través de cosas semejantes, porque en realidad no quiere comprometerse. Suele elegir diferentes caminos, tan sólo para argumentar su falta de compromiso consigo mismo y con el prójimo.
La naturaleza del hombre es una y no debe cambiarse. Quién lo haga, se estará desligando de los compromisos que la naturaleza le dio, pero que ya no quiere tomarlos.
No siempre es bueno decir “todo tiempo pasado fue mejor”, pero hay cosas en las que debemos mirar para atrás y aprender de ellas. Aquellos que se quejan de la sociedad actual, por el libertinaje, la “demasiada” libre expresión, el descrédito constante, la indiferencia permanente, el respeto devaluado, los valores desintegrados y más, deberían ponerse en el lugar de las generaciones que vienen. Adultos, cuidado con el momento que tendrán que pasar la antorcha, que ya no esté apagada, o peor, sin combustible para volver a encenderla.
La familia se cuida. El compromiso con ella, también.
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